A Kate nunca le gustaron los fuegos artificiales.
Demasiada gente, demasiado ruido y demasiado color.
Ella prefería quedarse sentada en su sillón favorito,
con un tarro de mermelada y una cuchara que saborear.
Un día Kate llamó a la puerta de Dave.
Le explicó por qué cuando él le pedía que fuesen juntos a ver los fuegos artificiales ella le decía continuamente que no.
Dave terminó llorando pero nunca nadie supo qué le había dicho ella.
Ese mismo día Kate dejó de buscar mermelada de fresa y de sentarse en su sillón.
Ese mismo día Kate dejó de llorar por los sueños inalcanzables.
Ese mismo día Kate dejó de llorar por los sueños inalcanzables.
|| * iiSan_o7 * ||
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